Los premios Goya
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´El Goya me cogió muy mayor´
"Estaba destinada a hacer un único papel, eso para una actriz es tremendo porque acaba muriéndose. Hay cosas a las que no me presto"
"Estaba destinada a hacer un único papel, eso para una actriz es tremendo porque acaba muriéndose. Hay cosas a las que no me presto"
Se ha puesto en el papel de María Callas con ´Master class´, una clase magistral en los últimos años de la diva, ya alejada de los escenarios tras una gira internacional desastrosa. Mabel Rivera (Ferrol, 1952) ha tomado la iniciativa con el ánimo de seguir creciendo como actriz y evitar el encasillamiento. Ella misma tradujo la obra de Terrence McNally, que acaba de estrenar en Ferrol y piensa llevar a Madrid
ISABEL BUGALLAL | A CORUÑA
´Busco proyectos que me hagan crecer como actriz y no me encasillen´, dijo hace unos meses.
¿Este papel responde a esa idea?
–Sí, de hecho el proyecto ya estaba en marcha en ese momento. Todo profesional quiere hacer cosas diferentes y no insistir en las mismas claves para evitar acomodarse a trabajos que no exijan demasiado. Las claves repetidas encasillan, es la lección que aprendí en Pratos combinados (la serie de TVG). Para una actriz es tremendo, acaba muriéndose, y yo estaba destinada a hacer un único papel.
–¿Se siente encasillada?
–No, porque, llegado el momento, yo también tengo la capacidad de escoger. Hay papeles a los que no me presto porque creo que me impiden avanzar. En la medida en que puedo elijo.
–El Goya a la mejor actriz de reparto por Mar adentro le abría un mundo de posibilidades, ¿vio frustradas esas expectativas?
–Si pones expectativas en un premio siempre se te van a frustrar, o casi siempre. Un premio no es una solución, es la recompensa posterior a un trabajo, pero, en mi caso, ese trabajo tiende a repetirse. Después de Mar adentro, me ofrecieron hacer la madre gallega de no sé quién, es decir, otra forma de encasillarte. No cabe esperar ofertas de los premios porque todo depende del mercado, que está sujeto a condicionantes como la edad o ser mujer. Cuanto más avanzada sea la edad, menos posibilidades tienes. En ese sentido, Mar adentro me cogió ya muy mayor. Aún así, me salieron cosas interesantes que nunca me hubieran salido, ya no por el Goya, sino por la película.
–Y no acaba de despegar.
–A veces tienes que renunciar a cosas porque coinciden con otras. El año pasado tuve que dejar un papel fijo en La Señora [serie de TVE] porque me coincidía con una función de teatro, y ese trabajo seguro que me abriría otras puertas y, sobre todo, me haría más visible ante un público mayoritario, como es el de la televisión.
–¿En TVG es complicado?
–No, el año pasado hice uno de los papeles protagonistas de una serie y está a punto de salir una colaboración en Libro de familia.
–No tiene pelos en la lengua y su marido, Enrique Banet, menos, como demostró en la entrega de los premios Mestre Mateo.
–Lo que Enrique dijo en la entrega de esos premios —en los que por primera vez se reconoce que este señor hizo una labor importante en el audiovisual de este país— es, ni más ni menos, lo que viene diciendo desde antes de que se crease la TVG, desde su puesto de director del Arquivo da Imaxe, cuando se sentaban las bases. Desde entonces nunca cambió de criterio.
–Ahora lo dijo en directo.
–En directo, ante los compañeros de profesión y ante los directivos de la casa con los peleó a brazo partido durante muchos años porque nunca le dieron los medios necesarios para hacer su trabajo —que era de auténtico servicio público— con un discurso libre e independiente. Eso siempre molesta a los poderes establecidos, por eso lo echaron de la TVG. Los discursos independientes tienen un alto precio y él ya lo pagó.
–¿Usted también lo pagó?
–No, pero no hay que dar ideas. Ni Enrique ni yo nos planteamos que podamos ser represaliados por lo que pensamos y por lo que decimos. Cualquiera de los dos somos profesionales intachables, cada uno en lo suyo, y no hay que tener miedo, vivimos en un Estado de derecho y libre. Sólo tratamos de ser coherentes, exigirnos y exigir al sector una formación básica.
– ´No son subvenciones lo que necesitamos sino mayor formación´, ¿es tan evidente?
–Mi formación es totalmente autodidacta y aún así pude desarrollar mi profesión, pero estoy convencida de que si llego a tener una formación no me sentiría tan insegura. Me parece impresentable, y es empezar la casa por el tejado, que en Galicia hayamos tenido antes un Centro Dramático [CDG], hace 25 años, y hasta hace cuatro no se haya creado una Escola Superior de Arte Dramática. ¿Es lógico?
–Su formación no es muy común entre los actores: es licenciada en Filología inglesa y habla gallego, castellano, inglés y francés.
–Pues mira qué oportunidad perdí al no presentarme como candidata a dirigir el Centro Dramático.
–¿Por qué no se presentó?
–Porque no tengo un proyecto de teatro público y la persona que acaba de ser nombrada, Blanca Cendán, sí y puede hacer una labor muy buena. Estoy muy esperanzada.
–Usted misma tradujo del inglés la obra Master Class.
–Sí, y ya estoy traduciendo otra. Yo empecé Filología cuando trabajaba como traductora e intérprete en Astano porque me interesaba traducir literatura. Entonces aún pensaba que podría ser traductora simultánea, pero para eso tienes que nacer prácticamente bilingüe.
–¿Le fascina María Callas?
–Me fascinó la pieza y la interrelación de teatro y ópera.
–¿Su faceta de productora de documentales de denuncia?
–Seguimos. Como nos autofinanciamos, vamos un poco lentos pero saldrá pronto una segunda parte sobre Reganosa y un nuevo trabajo sobre A Serra da Groba, una zona de alto valor ecológico y patrimonial —con petroglifos y enterramientos— , donde pretenden poner un parque eólico.
–¿Y sus cultivos ecológicos?
–A través de la Fundación Galicia Verde, tratamos de llevar adelante un proyecto de agricultura ecológica y de sostenibilidad para que los agricultores de la zona [Forcarei] puedan volver a cultivar simientes autóctonas. Parece que ya va cobrando forma.
–¿Qué tiene usted con Nepal?
–Una relación de larga duración, desde que Enrique empezó a ir hace veinte años para filmar a los primeros gallegos que escalaron el Everest. Es un país único y maravilloso, con un paisaje privilegiado y gran riqueza cultural.