Romeo y Julieta - MABEL RIVERA

Vaya al Contenido

Romeo y Julieta

TEATRO > 2009
Reparto por orden alfabético

Sonia Almarcha
Dritan Biba
María Fernández Ache
Ruth Núñez
Francisco Olmo
Mabel Rivera
Pau Roca
Manuel Solo
Alejandro Tous


Sinopsis:

En Verona, un viejo enfrentamiento entre dos familias nobles (los Capuleto y los Montesco) llena permanentemente de sangre las calles. Los jóvenes Romeo y Julieta se conocen y se enamoran sin saber que son hijos de rivales irreconciliables. El odio irracional entre sus respectivas familias los llevará a la destrucción.
Mabel Rivera con Will Keen, durante el curso que el director británico impartió sobre Shakespeare en Ribadavia durante la Mostra Internacional de Teatro (julio de 2009).

Crítica de BEGOÑA BARRENA      
Entrevista a MABEL RIVERA     
Entrevista a WILL KEEN (sobre Shakespeare)     
Entrevista WILL KEEN (diario Jaén)    


A la derecha, en el camerino, en el Teatro Muñoz Seca del Puerto de Santa María (21 de Febrero de 2009)
C.S.I. Verona

EL PAÍS - 25-05-2009

Begoña Barrena

Un espacio en negro con garito para la portera. ¿Un almacén? ¿Un garaje? Da igual porque al final será un depósito de cadáveres. En este contexto abandonado, oscuro, puede que subterráneo, discurre el Romeo y Julieta del británico Will Keen. Tras el prólogo en boca de la portera, se oyen reyertas de fondo, voces, gritos y ambulancias. El enfrentamiento está servido. El príncipe de Verona se ve obligado a dar una rueda de prensa. No hay periodistas pero se oyen los flashes de las cámaras. Y los Montesco siguen las advertencias del príncipe por la radio, mientras comen en casa con Benvolio.

¡Qué buen arranque! A partir de ahí, los recursos escénicos se diluyen un tanto en favor de una cuidada disposición espacial de los intérpretes casi coreográfica. Y cada tanto todos a una hacen, a lo Pina Bausch, como si se deshincharan, como si les costara respirar en esta atmósfera que intuimos enmohecida. Con esta voluntad estética entran y salen con los elementos escenográficos que acotarán el espacio de cada acción. Y el ritmo es ágil, las escenas se solapan con una estudiada cadencia. Y en general están bien resueltas. La lucha entre Paris y Romeo hacia el final de la obra con Julieta de cuerpo presente -estamos ya en el depósito de cadáveres- es estupenda, a base de haces de luz que emanan de sus respectivas linternas. O, volviendo al principio, el cheque que Capuleto entrega a Paris mientras le invita a la fiesta que dará por la noche, aunque sólo sea un detalle, sirve para justificar la desatada ira del padre de la novia cuando ésta se niega a casarse con el pretendiente que aquél estima adecuado para ella. Otro acierto es que la misma pareja que interpreta a los Montesco se desdoble en los Capuleto pues tanto monta, su talante viene a ser equivalente.

El problema recae más bien en cómo se abordan algunos personajes. A excepción de Mabel Rivera, un ama que vale el montaje entero, qué divertida y qué tierna, y de los arranques de furia de Francisco Olmo como Montesco, el resto del reparto es de lo más irregular. Manuel Solo destaca como Mercucio y Pau Roca cumple como Benvolio y Paris, pero a menudo cuesta entender a Dritan Biba (Tebaldo y Fray Lorenzo) y Sonia Almarcha compone una Capuleto más cercana a la nueva rica que al rancio abolengo que se le supone.

Y entre la pareja protagonista, ni química ni física: ella, la televisiva Ruth Núñez, es una Julieta aniñada a la que sólo le falta el lazo en la cabeza para pasar por Alicia en el País de las Maravillas; con su voz nasal y su candor la exaltación de sus sentimientos se convierte en pataleta infantil, lo que no deja de ser un punto de vista, ya que representa a una joven de 13 años, pero su relación con Romeo es otra. Y él, el también televisivo Alejandro Tous, se acerca a Romeo como si fuera un chaval más de una de estas series en las que van todos al mismo instituto, una manera de hacer que en la pequeña pantalla convence poco y sobre el escenario, menos.
ENTREVISTA: WILL KEEN Actor

"Shakespeare siempre quiebra las reglas"

ROSANA TORRES - Valencia - 12/01/2007

EL PAÍS

Will Keen está forjado en la recia escuela inglesa de actores. Tiene 36 años, pero no cuesta nada imaginarle una larga y sólida carrera, caracterizada por la versatilidad y esa luz que sólo los ingleses son capaces de proyectar a cualquier edad. Keen es un británico de pura cepa que protagonizará en breve una obra del más universal de los británicos: William Shakespeare. Por formación, madurez y prestigio, parece el actor perfecto para incorporar a Leontes, rey de Sicilia, personaje central de Cuento de Invierno, una de las cumbres de Shakespeare. Keen, militante antimonárquico nacido en un predio de aristócratas, añadirá un triple salto mortal a su reto: interpretará su papel en castellano en la adaptación de la obra dirigida por Magüi Mira, que se estrenará el próximo día 17 en el Teatro Albéniz.

"Trabajando busco el conflicto entre lo que digo y lo que estoy pensando"

"En España el teatro es más comprometido y en Inglaterra todo está centrado en la estética"

La propuesta le llegó a Keen en un momento en el que acariciaba la idea de poder hacer algo en España, sobre todo después de la experiencia que tuvo el pasado verano con un trabajo que los que vieron no olvidarán: The Changeling, de Thomas Middleton y William Rowley, con dirección de Declan Donellan y con la bellísima Oliivia Williams como partenaire.

"La tentación era muy grande. Quería trabajar en otro idioma y hacer esta obra, sin el apoyo del verso shakespeariano", señala Keen. La obra cuenta con versión de José Sanchis Sinisterra, quien se ha liberado del desestructurado verso de la obra: "Es una versión que clarifica cierta confusión que existe en el original", añade el actor, ahora ataviado con una chaqueta, una gorra Mao y una bolsa: estética urbana, con un toque retrohippie, que le confunde con cualquier joven del valenciano barrio del Carmen.

Tiene una mirada limpia, casi infantil, y una portentosa capacidad para desentrañar el complejo mundo del teatro de Shakespeare.Habla del maestro inglés con entusiasmo y enorme conocimiento. Sin embargo, a Keen no le gusta hablar de Keen, aunque hay bastantes cosas que contar. Debutó como profesional del teatro a los once años. Lo hizo empujado por su madre, Lady Mary Keen, famosa diseñadora de exteriores. A su entorno no le faltan referentes culturales. Es sobrino carnal del conocido medievalista Maurice Keen y hermano de Alice Oswald, poetisa ganadora del premio T. S. Eliot. Podría pensarse que su padre es el más normal de la familia, de no ser porque después de una larga vida como banquero ahora ejerce de cura: "Hay ciertos sacramentos que no puede oficiar, pero da unos sermones muy buenos", señala Keen.

Con ese ambientazo en casa es fácil comprender que Keen estudiara primero en el selecto Eton College y luego en la Universidad de Oxford, donde donde fue alumno del gran actor Ian McKellen, quien le fichó para su compañía: "Es una persona que me ha influido mucho y, al tiempo, me ha hecho el regalo de pasar de ser su alumno a convertirme en su amigo y compañero de reparto en varias obras", señala. Conocido por su considerable experiencia con la mayoría de los mejores directores británicos, a Will Keen se le conoce como un gran especialista en Shakespeare. Ni siquiera él puede contabilizar cuantos shakespeares ha representado. "Pero ha llegado uno que no había hecho y me apasiona", dice de Cuento de Invierno, obra de madurez de Shakespeare que muchos expertos sitúan entre las cimas del genio. "Me encanta su teatralidad, se toma conciencia absoluta de que aquello es arte, de que el teatro está ahí. Nos dice que a través del amor y del arte podemos llegar a ser mejores".

También habla de la moderna estructura que tiene Cuento de Invierno: "Shakespeare no se amargaba con los años. Tenía una gran confianza en que las generaciones futuras llegaran a reconciliarse, y no hace concesiones a la galería. Quiebra las reglas continuamente y nos pide que miremos los cimientos de nuestra sociedad, que la cuestiones". Sobre Leontes, el rey de Sicilia dice que "es un tirano, pero el Estado, cualquier Estado, también, y cada uno de nosotros somos responsables de pequeñas tiranías que si las lleváramos lejos terminaríamos siendo Leontes", comenta Keen.

El rey que ahora interpreta, como otros personajes que ha abordado, es un auténtico malvado: "Hago muchos maridos hijoputas", admite, pero siempre les defiende: "No son malos, son enamorados y pierden sus papeles un poquito". Se le recuerda que son asesinos y canallas, precisión que le impide contener al risa: "Sí, es verdad, pero soy su abogado defensor, no podría interpretarlos si no tratara de entenderlos y siempre hay responsabilidad en ellos y en la sociedad que viven", dice.

Es precisamente por el dominio de una nueva lengua por lo que ha descubierto algo que ignoraba: "Trabajando busco el conflicto entre lo que digo y lo que estoy pensando, porque los pensamientos siempre son más interesantes que lo que uno expresa; pero en el propio idioma escondes el meollo, mientras que en una lengua que no es la materna vas al núcleo, al tiempo que quieres preservar esa ambigüedad", dice acercándose a las razones que esgrimía Samuel Beckett cuando explicaba por qué escribía en francés siendo irlandés. "El inglés es disciplinado, el intelecto lucha contra las emociones con las consonantes tan marcadas, con esa acentuación en las palabras, mientras que en español te dejas llevar por la emoción, la significación está en la fluidez maravillosa de este idioma y no en la acentuación".

También habla de aspectos sociales diferenciadores: "Aquí el teatro es más comprometido y en Inglaterra todo está centrado en la estética, incluso hay quien ridiculiza a artistas que hablan de política. Hay miedo a tomar las cosas demasiado en serio. Se mira más hacia Estados Unidos que a Europa.., es una pena porque aquí hay una vida intelectual más arriesgada y no existe esa frivolidad estudiada con la que se llega a castigar a artistas como Harold Pinter o Vanesa Redgrave, a los que admiro".
miércoles 23 de julio de 2008
"El trabajo riguroso es internacional", Will Keen

Entrevisté a Will Keen, porque estuve haciendo con él un curso de teatro la semana pasada en Baeza. La entrevista la hice para el Diario Jaén, donde trabajo ahora, pero no todo lo que me contó se reflejó en el papel, así que quiero compartirlo con vosotros. Lo último que ha hecho en España (porque la lista de escenarios excede a este espacio) es Un cuento de invierno, de William Shakespeare, dirigido por Magüi Mira y adaptado por Sanchís Sinisterra. Como maestro no tiene precio.

WILLIAM KEEN
¿Cómo te dejaste convencer para venir hasta Baeza?
Llevo dos años entre Inglaterra y España, especialmente dando talleres. César Oliva se puso en contacto conmigo y fue encantador. Además, me dio todas las facilidades del mundo, porque suelo llevar conmigo a la familia y no se me puso ninguno problema. Mi suegra es de Linares, así que estamos todos.
Estoy encantado de estar aquí. Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo es viajar y conocer lugares nuevos, y Baeza es preciosa

El taller se llama “La palabra hecha acción”, ¿puedes explicar el título?
Estamos trabajando con textos de Shakespeare, que son de un momento histórico en el que lo que el autor hace, o lo que el mismo Hamlet hace, es adaptar la palabra a la acción y la acción a la palabra. Este momento del drama inglés es el de la invención del drama moderno, cuando se introduce la idea de la coherencia entre palabra y acción y, a su vez, de la acción con el personaje. Esa es la herencia que nos ha dejado Shakespeare.
Consiguió crear voces diversas, mostrar cómo cada personaje reacciona a las cosas de forma distinta. Él manejaba la retórica de esta época pero de forma consciente. Sabía que no todos los personajes hablaban en verso porque era bello, sino porque cada palabra estaba adecuada a la situación.

¿Qué es lo que esperas de este taller?
Espero no ser muy académico. Yo soy primero un actor, intento transmitir lo que para mí es útil para mi oficio. En gran parte, la responsabilidad de un director o de un docente de teatro es fomentar la confianza en el actor. El 99% del trabajo del actor se fundamenta en la confianza en sí mismo.
Lo fantástico de la interpretación es que mí Hamlet no será igual que el de otra persona, tenemos que confiar en esa particular visión del mundo que cada uno tenemos e imprimimos en los personajes que encarnamos, todos tenemos un Hamlet fascinante.

¿Piensas seguir trabajando en España?
En pocos días empiezo un taller como director de dos semanas, con un grupo de teatro y a final de año llevaremos de gira esa producción.
Como actor el año que viene espero compaginar trabajo en España con el que de Inglaterra. No hay nada cerrado y por eso no doy detalles precisos.

¿Por qué has elegido a Shakespeare para trabajar en el taller?
He trabajado mucho con textos de Shakespeare, lo he representado muchas veces y me manejo bien con sus textos.
Lo que Shakespeare tiene en común con los grandes escritores es que crea un universo completamente orgánico, que tiene unas y leyes propias y se autorregula por sí mismo. Tiene una verdad orgánica. Siempre es mejor trabajar sobre sus textos que cualquier teoría porque como actor te permite explorar todo lo que te apetezca y te pueda ser útil.
Además, estamos trabajando desde el punto de vista del monólogo, pocos son los que trabajan sobre ello y es una gran disciplina.
He introducido también el concepto de público, ¿quién es el público exactamente? ¿Cuál es su función en el drama? Es muy interesante e importante para el actor. Es algo que hay que experimentar. Es por esto que insisto mucho en la arquitectura del teatro isabelino, pues es muy reveladora en cuanto a como se estructura la obra, ya que está totalmente relacionado con el espacio.

¿Qué diferencias o semejanzas (si las hay) encuentras entre la escena española y la inglesa?
Hay diferencias a la hora de afrontar el trabajo, por ejemplo, en el teatro británico los ensayos se pagan, que no es algo importante por el dinero en sí, sino porque se le está dando relevancia al proceso. Como actor no es positivo pensar en resultado o producto porque la interpretación es un proceso, eso es lo que importa.
En cuanto a nivel actoral, en los dos países hay gente con mucho talento. He visto espectáculo buenísimos en mi país y en España y, también, cosas horribles en ambos lados.
Pero me resisto a juzgar en general la escena británica o la española. El trabajo riguroso es internacional.

¿Qué crees que se puede aprender en cinco días, que es lo que dura el taller?
Espero que los alumnos puedan llevarse herramientas muy concretas para poder trabajar con ellas. Qué se quede claro el concepto de precisión en las palabras y en las imágenes, que es lo que estamos trabajando. Qué las imágenes y palabras que utilizas sean las que tú eliges, no las que el escritor dijo.
Que no se generalice y que se sea preciso.
También, que la idea de cómo tapamos y controlamos nuestras emociones y lo que nos está pasando en la vida se traslade a la escena, porque no hay que exhibirlo, no lo enseñamos, de lo contrario estaríamos manipulando, la socialización del personaje impide que se comporte de otro modo, no sería verdad. Cualquier docente de teatro busca formas de llegar a la verdad.
Y, lo más importante, la comunicación, que el personaje comunique.

¿Qué te sedujo de la profesión para decidir dedicándote a esto?
Cuando tenía once años, estaba muy aburrido un sábado por la tarde y mi madre vio un anuncio en el periódico en el que hacían unas pruebas para una obra de teatro en el pueblo de al lado, pensó que así no me aburriría, y no se equivocó. Desde entonces no he dejado de hacer teatro. Estudié literatura, no tengo un título oficial de actor, todo lo que he aprendido ha sido haciéndolo, trabajando.
Mi gran amor por la forma y una gran creencia en que el teatro puede cambiar las cosas es lo que me impulsó a seguir en esto. Aunque esa función del teatro, hoy día, se ha perdido un poco.
Creo que la idea de cientos de personas en una misma habitación concentrando sus cerebros en una misma imagen es una de las cosas más conmovedoras del planeta, de las más humanas. No soy una hombre religioso, pero esto se acerca un poco a una forma de religión.

Tu definición de teatro.
La creación de empatía.

¿Cuál es la función social del actor?
La función de cualquier artista es plantear preguntas, no necesariamente dar respuestas.

¿Qué te parece la iniciativa de la Escuela de Teatro de la Universidad Internacional de Andalucía?
Me parece genial, lo que más me gusta es que se ve hay unidad, que es una comunidad.
Hay gente con experiencias vitales muy distintas, pero metidos todos en la misma historia.

Si un alumno te pregunta cómo llegar a dedicarse profesionalmente a la interpretación, ¿qué le contestarías?
Si no necesitas hacerlo no lo hagas, porque te puede dar muchos disgustos…
Pero a la vez, tienes que tener claro si quieres ser actor y famoso y por qué lo estás haciendo.
Para llegar a dedicarse a esto hay que tener un gran amor por la forma, por el acto de interpretar. Hay que luchar mucho, hay que ser muy testarudo, muy obstinado y, a la vez, muy abierto.
Publicado por Vicky en 2:46  

Webmaster Enrique Banet
Regreso al contenido